Mareas de seres apagados,

incapaces de crear fantasías con las que arrojar luz a sus vidas,

acaban por cruzar a nuestra realidad

 amparadas en la oscuridad de la noche mientras soñamos,

buscando con ello ganar humanidad.

 
 

Lo vivido describe a la perfección la antigüedad

de todo aquello que no queremos extraviar entre las cosas

que camuflan la verdadera esencia de lo que no has formado. 

 
 

Camuflo tus nuevos besos entre lo que en su día te amé,

creando un caballo de Troya que guíe mis pensamientos

sin hacerme enloquecer aceptándote otra vez.

 

 

Los recuerdos se convierten en la presa más peligrosa

y, como tal, se defienden en una continua lucha a muerte

sin darle un simple respiro a todo lo nuevo

que trata de instalarse en nuestras vidas.

 

 

Fabulosos recuerdos que invaden mi forma de pensar,

como si fuese un virus que infecta la tinta con la que suelo escribir

cambiando mis relatos para que solo hablen de ti.